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Les escribe y saluda el Teólogo Carlos Tirado Moreno, director y fundador de la Asociación Humanizados en Colombia. Hoy nuevamente Francisco da importancia de la unidad entre el clero y los laicos. Por ello, el Espíritu de Dios fluye en el corazón del Obispo de Roma y nos trae estas verdades que debe centralizarse y colocasen en práctica entre las dos partes, recordando que TODOS SOMOS UNA IGLESIA DE BAUTIZADOS Y SOMOS DE CRISTO.
De igual manera, Francisco recibió en el Vaticano a los presidentes y referentes de las Comisiones para los laicos de las Conferencias Episcopales, señalándoles el camino a recorrer juntos para llegar a «un Pueblo de Dios en misión», recordando que «para ser misionera la Iglesia está llamada a ser sinodal». Del Papa el llamamiento para que se valore más a los laicos, especialmente a las mujeres.
«Dios está mostrando a la Iglesia el camino de la comunión, de caminar juntos», una invitación a «superar las vías paralelas que nunca se encuentran». Lo dijo el Papa recibiendo esta mañana en el Aula del Sínodo a los presidentes y referentes de las Comisiones para los laicos de las Conferencias Episcopales que participan en la Conferencia promovida por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida. Al hacerlo, Francisco recordó que «la necesidad de valorar a los laicos no depende de alguna novedad teológica», sino que se basa en «una correcta visión de la Iglesia», la de «la Iglesia como Pueblo de Dios, del que los laicos forman parte de pleno derecho junto con los ministros ordenados». Del Papa la invitación a los cerca de doscientos presentes a «recuperar una eclesiología integral», que ponga el acento en la unidad y no en la separación, donde «el laico no es el no religioso, sino el bautizado», y se le aplique el término «discípulo, hermano», como se aplicaba en el Nuevo Testamento a todos, «fieles laicos y ministros ordenados».
Francisco añadió:
«El clero separado de los laicos, los consagrados separados del clero y de los fieles, la fe intelectual de ciertas élites separada de la fe popular, la Curia romana separada de las Iglesias particulares, los obispos separados de los sacerdotes, los jóvenes separados de los ancianos, los cónyuges y las familias poco implicados en la vida comunitaria, los movimientos carismáticos separados de las parroquias, etcétera. Esta es la tentación más grave en este momento«
La sinodalidad encuentra su fuente y su fin último en la misión: nace de la misión y está orientada a la misión. Compartir la misión, en efecto, acerca a pastores y laicos, crea comunión de intenciones, manifiesta la complementariedad de los distintos carismas y, por tanto, suscita en todos el deseo de caminar juntos.
No faltan ejemplos, empezando por Cristo, pasando por san Pablo y llegando hasta los «grandes momentos de impulso misionero en la Iglesia»:
Lo vemos en el mismo Jesús, que se rodeó, desde el principio, de un grupo de discípulos, hombres y mujeres, y vivió con ellos su ministerio público. Nunca solo. Y cuando envió a los Doce a anunciar el Reino de Dios, los envió «de dos en dos». Lo mismo vemos en San Pablo, que siempre evangelizó junto con colaboradores, incluidos laicos y parejas casadas. No solo. Y así fue en los momentos de gran renovación e impulso misionero en la historia de la Iglesia: pastores y fieles laicos juntos. No individuos aislados, ¡sino un pueblo que evangeliza! El Pueblo santo de Dios.
El pensamiento del Papa se dirige después a la Carta a la Iglesia de Laodicea, «cuando Jesús dice estoy a la puerta y llamo». Pero «hoy el drama de la Iglesia es que Jesús sigue llamando a la puerta, ¡pero desde dentro porque no le dejamos salir! Tantas veces la Iglesia está aprisionada, no logra dejar salir al Señor. El Señor vino para la misión y quiere que seamos misioneros».
Créditos: Andrea De Angelis – Ciudad del Vaticano