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Reciban todos ustedes un cordial y fraternal saludo en Cristo. Como servidor y fundador de la Asociación Humanizados en Colombia, Teólogo Carlos Tirado Moreno y en comunión con el Santo Papa Francisco, deseo compartir con ustedes amigos y grupos pastorales, una de las mortificaciones que ofreció Santa Faustina Kowalska – Apóstol y Secretaria de la Divina Misericordia.
Pero conozcamos un poco mejor de esta humilde y fiel religiosa, Faustina, quien es nuestra Santa Patrona de la Asociación Humanizados en Colombia.
Santa Faustina fue una santa polaca y mística Católica, que perteneció a la Orden de las Hermanas de la Divina Misericordia. Esta Santa polaca vio a Jesús varias veces y concretamente ÉL le pidió que escribiera un Diario el cual se ha convertido en una de las joyas de la literatura mística más leídas desde entonces. En este Diario Santa Faustina trata de temas espirituales y enseñanzas que le dejó Jesús, evidentemente estas enseñanzas ya estaban en la Iglesia, no son cosas nuevas, pero si nos las recuerda nuevamente y les da cierta importancia para mejorar en nuestra vida espiritual. Lo escribió en Vilna y Cracovia en los años 1934 – 1938 con la aprobación de sus confesores y directores espirituales los padres Miguel P. Sopoćko y el padre José Andrasz SJ.
La inspiración que condujo a la institución de esta fiesta en la Iglesia procedía del deseo que Jesús había comunicado a Sor Faustina. Jesús le dijo: «Deseo que el primer domingo después de la Pascua de Resurrección sea la Fiesta de la Misericordia« (Diario 299). La inscribió primero en el calendario litúrgico el Cardenal Francisco Macharski para su Arquidiócesis de Cracovia (1985) y a continuación algunos obispos polacos lo hicieron en sus diócesis. A petición del Episcopado de Polonia, el Papa Juan Pablo II, en 1995, instituyó esta fiesta en todas las diócesis de Polonia y finalmente en el año 2000 en toda la Iglesia Católica.
MORTIFICACIONES:
«Oh ustedes, pequeños, insignificantes sacrificios cotidianos, son para mí como las flores del campo con las cuales cubro los pies del amado Jesús. A veces, yo comparo estas pequeñeces con las virtudes heroicas, porque para su incesante continuidad exigen heroísmo» (Diario 208).
El termino mortificación ha desaparecido actualmente del lenguaje espiritual católico, sin embargo en este texto del Diario se nos recuerda como debemos hacer pequeñas mortificaciones o sacrificios cotidianos, tal y como enseña la Biblia: «Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: Fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría» Col3,5
También los santos recuerdan esta enseñanza:
«Los cotidianos, aunque ligeros, actos de caridad: El dolor de cabeza o de muelas; las extravagancias del marido o de la mujer; el quebrarse un brazo; aquel desprecio o gesto; el perderse los guantes, la sortija o el pañuelo; aquella tal cual incomodidad de recogerse temprano y madrugar para la oración o para ir a comulgar; aquella vergüenza que causa hacer en público ciertos actos de devoción; en suma, todas estas pequeñas molestias, sufridas y abrazadas con amor, son agradabilísimas a la divina Bondad, que por solo un vaso de agua ha prometido a sus fieles el mar inagotable de una bienaventuranza cumplida. Y como estas ocasiones se encuentran a cada instante, si se aprovechan son excelente medio de atesorar muchas riquezas espirituales» (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, lll. 35).
SUFRIMIENTO
«El sufrimiento es el tesoro más grande que hay en la tierra, purifica al alma. En el sufrimiento conocemos quién es nuestro verdadero amigo. El amor verdadero se mide con el termómetro del sufrimiento» (Diario 342)
El sufrimiento purifica el mundo y nuestra alma, por eso el amor se mide con el sufrimiento, ya lo dijo Cristo, si le amamos cargaremos con la Cruz: «Quien no carga con su cruz no es digno de Cristo» Mateo 10,38
Quien le amare mucho, vera que puede padecer mucho por ÉL; el que le amare poco, poco. Tengo yo para mi que la medida de poder llevar gran cruz o pequeña es la del amor (SANTA TERESA, Camino de perfección,32,7).
Concluyo preguntándonos: ¿Qué mortificaciones y sufrimientos estamos ofreciendo a nuestro Amado Señor, tal como lo hizo Santa Faustina o eres de los que rechazas el sufrimiento, evadiendo las mortificaciones por amor a tu prójimo o el descanso de las benditas almas del purgatorio?